domingo, 23 de octubre de 2011

Crónicas Poéticas: Real Betis Balompié – Rayo Vallecano


El cielo que cubría el estadio correteaba caprichoso sobre la banda. A pesar de que llovía, algunos recibíamos suavemente los rayos dorados del sol sobre la frente. ¡Uy! He dicho “Rayo” y “Dorado”, y eso me daría pie para contar muchas cosas relacionadas con la previa del partido. Pero no pienso hacerlo.
Dan también lluvia para mañana. El cielo sigue igual de cubierto en esta mitad de la ciudad.
Ahora estoy ahora sobre el sofá con pocas ganas de escribir y menos aún de moverme. Ando un poco tristón y con el cuerpo cortado. Me da por pensar que, mientras firmaba ejemplares en la tienda del Estadio, mientras conocía a gente a la que llevaba demasiado tiempo deseando conocer, y empapaba de tinta la página tercera de varios ejemplares, Marco Simoncelli desparramaba sus rizos rubios sobre el asfalto, recordándonos la importancia que tiene que un casco cubra nuestras ideas y no solamente nos evite las multas. Cuando nuestros pensamientos dejan de estar entre el cielo y el suelo, como decía aquella canción de Mecano, se eleva el ánima y el ánimo, pero el cuerpo se queda en tierra, como una marioneta sin cuerdas.
En el mismo minuto me enteré del accidente ocurrido en Malasia y de que Beñat no jugaría el partido. Primero pensé que nuestro centro del campo se iba a resentir. Después me sentí egoísta por haberle dado en mi cabeza primacía a ese al contratiempo, teniendo en cuenta que el día de hoy no sería recordado por la venida del Rayo.
Bien pensado… creo que hoy no contaré el partido. A mí no me apetece escribir sobre este cero a dos, y a ti no te apetece leer lo que tengo que escribir al respecto.
A veces ocurre que nos asola cierta dejadez y el letargo nos abraza, como si fuera de forma permanente noviembre. Algo nos alcanza con el vaho de esas mañanas frías, sacras y secas de difuntos, en las que todos sentimos ganas de depositar flores y de llorar solos.
Hoy hemos vuelto a perder. Estoy seguro de que ningún equipo, yendo líder, ha sido derrotado de forma consecutiva en los siguientes cuatro partidos a la obtención de su liderato. El año pasado otro equipo, que viste de verdiblanco, y cuyo nombre se parece bastante al nuestro, hizo algo demasiado parecido en segunda división. Seguro que alguno, en aquella infame cuesta de enero post-Barcelona, debió proclamar que aquel descenso a los infiernos resultaba irrepetible.
Hoy no ha sido un buen día. De hecho, el de hoy no ha sido tampoco un buen partido. A pesar de lo cual, me rebelo contra el sofá y me repito que toca levantarse, pues tengo sobrados motivos para sonreír. Mañana la cosa nos irá mejor, estoy seguro. Si puedes leer esto, de hecho, significa que tienes la suerte de irradiar tu luz sobre una semana nueva. Y con eso me basta, de momento. Los partidos se pierden y se ganan. Por fortuna, siempre viene otro después. Por desgracia, algunos viajes no tienen partido de vuelta. Y eso no tiene arreglo.
Ten cuidado con la carretera, por favor. Yo prometo hacer lo mismo.

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